Blogger Template by Blogcrowds.

Mis ojos de ciego, ya fueron testigos,
de muchas historias de guapo y cuchillo.
En torno a esta mesa, en rueda de amigos,
les contaré una que llevo conmigo.

Ocurrió una noche en un porteño barrio;
farol y empedrado fueron escenario.
Tenue luz que alumbra una esquina cualquiera,
por un desacuerdo, nace la pelea.

Un ritual antiguo, una muerte nueva,
solo dos actores comparten la escena,
sin cruzar palabra, en duelo de fieras,
trabarán su lucha con una fe ciega.

Un único absurdo y dos sinrazones,
cosas de arrabal, cosas de varones,
Tal vez lo soñé, pero era corriente...,
por una pollera mataba la gente.

Iban hacia el baile cuando se encontraron,

y estalló la ira cuando se miraron.
Un espanto frío les heló la espalda,
estaban vestidos… ¡Con la misma falda!

En tiempo de cambio, de nuevos valores,
malevos modernos no usan pantalones.
Se pintan los labios, ya no van de traje,
pero por adentro, el mismo coraje.

El Taura Manuela, temido en Barracas,

Brigitte El Francés, reina de Pompeya,
para ellos la muerte es un mero accidente,
tributo al honor del hombre valiente.
 
Ya han desenvainado, es detalle apenas
que en vez de cuchillos, empuñen tijeras
El acero rasga de la tela el alma,
dejando una corta y audaz minifalda.

Dos tajos responden dejando su impronta,

la blusa del otro queda manga corta.
Alfiler de gancho, el puntazo justo,
entallan de atrás resaltando el busto.

Hilo y agujas en recia actitud

profanan la tela con un canesú.
Los guapos se estudian, ya no son los mismos,
músculos desnudos, - ¡Te queda divino!

Lo que prometía violencia y crueldad,

transformó la lucha en viril amistad.
Guardan las tijeras, ya no hay más reproche...
se dan un besito en mitad de la noche.

Los dos compadritos, rajando tamangos,

se van entre risas y algunos grititos
rumbo a la promesa de un patio de tango.
Un bandoneón que gime su triste lamento,
nos llora su pena… o su aburrimiento

Buenos Aires guarda historias de pasiones y locura,

de rencores y amistad, de malevos y costura.
Me pierdo en su laberinto, buscando la madrugada,
difícil será encontrarla, está oscuro y no veo nada.

R.L. Abril/2009

En mi Buenos Aires,
con ojos de ciego,
recorro un sendero
de calles perdidas;
voy tras los enigmas
que nadie descifra,
cuando el alma ve
mas la razón no atina.

Rescoldos de historia
doblando la esquina,
me esperan ocultos
bajo las baldosas;
en cuanto las piso
su risa me moja,
tropiezo y me caigo
porque estaban flojas.
Se ríen al verme
abrazar la ciudad,
besando su piel
de cal y cemento,
un duende burlón
salido de un cuento,
un coro de niños
y un gorrión contento.
Con ojos sin luz,
sorda indignación,
entre hojas caídas,
maderas y hierro;
estampo mi huella
y una maldición,
con manos untadas
en heces de perro.

Me voy de este barrio,
mi bastón me guía;
por este laberinto
camino incansable,
y llego a Recoleta
cuando mengua el día.
Escucho unas voces,
pecados se expían;
héroes que escribieron
páginas de historia;
reviven enconos
en sorda porfía.

Oigo entre las tumbas,
ánimas en pena,
sufridos lamentos
tañendo a reproche.
Les grito que sufro
su misma condena,
de ser prisionero
de una eterna noche.
Más, no era la voz
de un alma afligida;
dispuesta a contarme
batallas perdidas…
Resultó ser un acto
del género bufo;
un diálogo absurdo,
un coloquio obtuso;
de este narrador
soñador iluso
con un tartamudo
y un turista ruso.

No hay héroe ni tumba
ni muerto que parle;
mi bastón es verso
fustigando el aire.
Con enérgico acento
y calor en la sangre
declamo un soneto
en mitad de la calle.
Maldigo al destino,
invoco al pasado,
interrumpo el tráfico
sin saber que lo hago.
Bruscos empujones
de algún ciudadano,
conducen mi paso
fuera del asfalto,
respondo a improperios
de un taxista airado,
corrigiéndole un verbo
muy mal conjugado.

Ridículo innoble,
tamaño dislate,
con trémulo gesto
señalo al culpable
de tanto esperpento,
de tal disparate.
Mi senil bastón
faro enloquecido,
brújula fallida,
que ha extraviado el norte
y confundió mi rumbo;
desde la salida.
Me llevó a otro sitio
con ruidos de puerto
y piar de gaviotas;
chirridos de grúa,
runrún de navío,
viento que maldice
con su aliento frío.
No era Recoleta,
mi bastón delira...
-Bastarda madera,
me encuentro perdido,-
pienso en comprar otro
cuando caigo al río.

Preso en la corriente
voy a la deriva…
Mientras me sumerjo
me invento un destino
de encontrar tesoros
de una era ida.
De conquistadores,
de bravos marinos,
viejos hacedores
de historia argentina.
Creo que olvidaron
llevarse consigo
un rastro de enseres
que no les servían:
pañales usados,
bolsitas de nylon,
latas de cerveza,
botellas vacías.

De un heleno Olimpo,
Zeus ve mi caída
y ordena a los dioses
preservar mi vida.
Exclama entre rayos,
y truenos en griego:
-¡Antes que sea tarde
salvemos al ciego!-
-¡Evitad que perezca,
lo prefiero eterno;
no quiero que muerto,
desde el mismo averno,
en coro de ninfas
y risas de arpía;
venga a dar la lata
con sus elegías!-

Manda a una sirena
que hiriendo distancias,
sobre una ambulancia,
con Hermes de guía,
del agua tan fría
a un viejo rescata.
Ya de vuelta a casa,
la bruja Kodama
me recibe en bata;
y mesando sus canas,
me riñe cansina
con su perorata.

Sobre el sucio puerto,
yace abandonado
mi bastón que espera
ser el nuevo guía
de un anciano cojo,
de algún desdichado.
-¿Será tu destino  
torpe lazarillo,
guiar a tu dueño
siempre a un sitio errado?
-¿O como castigo
acabarás tus días,
convertido en leña
en dominguero asado?-

Hay tantos enigmas,
hay tantos misterios;
-Solo Buenos Aires
tiene la respuesta...-
me susurra el viento
detrás de la reja: 
Quiero conocerla,
es dura la apuesta,
antes que la muerte
con huesudos dedos,
una noche aciaga
golpee mi puerta.
-Escápate ahora,
la ocasión es ésta... -
me digo a mí mismo;
después de escuchar
que la china maula
ya ronca su siesta.

Compraré un bastón
con mp3,
radio y GPS,
que estaban de oferta;
en esta ciudad
que siempre despierta,
llena de promesas,
de extraños designios
y tiendas de chinos
con la puerta abierta.

R.L. Abril/2009

Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio