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El repetido zureo de los palomas a su alrededor le estaba volviendo loco..., y el cruce de piernas de Anette, también. En ese refugio formado por el borde de su falda y la unión de sus muslos emplazaría el campamento base para la acometida a la cima del monte de Venus de Anette…, es decir, la cima del Aneto.
Trató de concentrarse en explicar su plan de escalada de fin de semana para Anette y su marido Pedro, sentados frente a él en una ruidosa terraza de la plaza . Mientras exhibía sus conocimientos del tema se preguntaba como ese tipo podía perder el tiempo subiendo montañas cuando podría escalar a Anette la noche del viernes y bajar el lunes de mañana, y solo por eso de tener que trabajar.
Lo volvió a la realidad una objeción de Pedro sobre la peligrosidad del último tramo antes de la cumbre, donde solo se pasa de a uno. Para tranquilizarlo le dijo:
- No habrá problemas Pedro, yo te guiaré con una cuerda, para evitar que no te caigas.
- Querrás decir "evitar que me caiga".
Demoró en coincidir con un: - Hombre, …claro.- que sonó tan falso y disonante que las palomas silenciaron y lo miraron perplejas.    

FIN
    Julio/2009

   - Cada año, Zaragoza se hermana con las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, para recordar la maldad de las guerras. Ahora conoceremos algo de estas dos ciudades del Japón para que puedan escribir una redacción - dijo la señorita y proyectó un reportaje del History Channel sobre el bombardeo nuclear.
   - Papi, en la escuela vimos una película sobre Hiroshima, parecía esa de los niños que se les caía la piel y corrían desnudos hacia los soldados.
   - Hiroshima está en Japón y los niños quemados eran de la guerra de Vietnam que es otro país de Asia.
   - ¿Y los de ayer del telediario?.
   - Eso fue un bombardeo en Irak, que es un país árabe.
   - ¿Los aviones de la base de Zaragoza tambien tiran esas bombas?.
   - No, llevan otro tipo de bombas y son españoles, no matan niños.
   - ¿Y para que llevan bombas?.
   - Porque algún día pueden ser necesarias para defender el país.
   - Pero antes de tirarlas mirarían abajo para ver que no haya niños.
   - Por supuesto, hijo.
   - O avisarían a la gente para que se esconda y no se quemen.
   - Si hijo, eso harían.
   Antes de comenzar su redacción, el niño arrojó a la basura todas sus réplicas de aviones de combate, después escribió: “Los adultos mienten y piensan que los demás son tontos, fabrican aviones y bombas para matar gente y dicen que son para otra cosa. En la ciudad de Hiroshima…”
   Esa noche cuando su padre fue a su habitación a arroparle y darle el consabido beso, fingió estar dormido.

R.L. Abril/2009

    Ella miraba un paisaje anodino por la ventanilla y el conducía; si no fuese por la música, sus pensamientos se oirían por sobre el ruido del motor.
    Ese fin de semana en la montaña había fracasado otro intento de reconducir su vida en común; los lazos que los unían sucumbían ante el hastío y los reproches compartidos.
    Uno de los dos diría, antes de llegar a casa, que debían separarse; el otro asentiría aliviado por no tener que proponerlo.
    Uno de los dos recordaría, antes de ese punto y aparte, que treinta años atrás, en otra carretera y en un trayecto similar, pararon el coche en un desvío lateral y se persiguieron por un campo de trigo maduro. Impacientes por llegar a una cama, locos de deseo, hicieron el amor como desesperados sobre un improvisado colchón de espigas doradas.

R.L. Abril/2009

- El cierzo arrastrará la ciudad río abajo hacia el mar - dijo el poeta callejero en el televisor.
Javier subió el volumen para no oír la discusión de sus padres en la cocina; aún así, pudo escuchar el violento portazo que dio el hombre al salir.
- Hoy soplará muy fuerte el viento en Zaragoza - concluyó la periodista; detrás de ella, la fuerza del aire agitaba los árboles.
- Baja el volumen hijo, que parece que estuviéramos todos sordos – le regañó su madre.
El niño apagó el televisor antes de que ella pudiera enterarse de lo mal que pintaba el tiempo y no lo dejase salir a la calle.
- Mami, ¿Papá volverá?
- Si encuentra el camino de vuelta, sí.
Javier adivinó que su madre intentaba contener el llanto. Salió a encontrar a su amigo el duende en el lugar de siempre, en la plaza frente a su casa.
Los chuchos atados al carrito del supermercado, festejaron perrunamente su llegada y la comida que les llevaba como cada día.
Llorando, contó todo y explicó su temor: si el viento se llevaba calles y casas, su padre no podría volver.
– No temas Javi, mis perros son tus amigos y tienen poderes mágicos. Esta noche debajo del puente, tirarán con sus cuerdas de los pilares y la ciudad no se moverá – dijo el duende.
Esa noche Javier no se durmió hasta oír las llaves de su padre en la puerta de entrada, cuando el murmullo de besos y disculpas, acalló a un cierzo vencido por la magia.

R.L. Julio/2009

(1º Premio Concurso "Relatos con Z" ZTV-Zaragoza Televisión-2009)
   El repetido zureo de los palomas a su alrededor le estaba volviendo loco…, además se sentía débil, no comía desde que había llegado.
   A los habituales de la plaza les molestaban los foráneos como él, no les importaba lo que había sufrido viniendo de tan lejos, de una miseria tan cruel, y aquí había tanta abundancia…
   No era una cuestión de su color, había visto como despreciaban a blancos y negros. Él mismo no era lo uno ni lo otro, era marrón con manchas blancas y patitas negras, un gato hambriento saltando sobre una paloma que se había puesto a su alcance.
   La atrapó por el cuello y se la llevó a la seguridad de los techos, por fin tenía una porción de tanta riqueza.
   Antes de degustar su primer bocado, maulló en recuerdo de los que no habían tenido tanta suerte como él.

R.L. Julio/2009

Al final del día te veo en la calle,
tu mirada que protege a tu mujer, tus hijos.
Hoy has vencido,
recorres tranquilo,
el campo de batalla
que es, será, cada jornada.

Un color, un sonido diferente,
rompen la monotonía.
Como si de la lejanía
donde quedó tu gente,
llegase un pedido
vehemente,
de un pasado que no quiere,
todavía, ser olvido.

Cómo decirte que yo,
que a tu lado,
indiferente, paso,
entiendo de desamparo;
tambien fue mío ese sino
de desgarro,
como tú dejé pedazos
de corazón, por el camino.

Talvez un día me hables,
semejante,
de tu mundo, el de antes,
tu infancia, tu casa, sus calles.
Me será familiar tu historia,
despertará, asombrada,
de algún rincón de la memoria
la seña común que nos iguala.

Veremos la nada que nos separa,
superadas distancias,
líneas arbitrarias
mintiendo en el mapa.
Y será la palabra, amalgama
de un nuevo color,
en el crisol,
de la tierra adoptada.

Donde hoy juegan nuestros hijos
conjugando en mil dialectos,
presente y futuro perfectos,
los tiempos del verbo "amigo".
Ignorando a quien, en lo distinto,
teme ver, por defecto,
al fantasma del espejo
que solo habita en sí mismo.

R.L. Agosto/2009

Dos luceros hermanos
surcando el mar,
unirán la cruz del sur
con la estrella polar.
Paralelos, meridianos,
les dibujan un sendero
para viajar por el cielo
sin soltarse de la mano.
 

Cada mochila lleva:
inocencia, ilusión, algún juguete,
rayitos de luz celeste,
que alegren la vida nueva.
En el norte les espera
una infancia de estreno,
en ese hogar pleno
de un amor que desvela.
 
Amiga, la Osa Menor,
los paseará en el Carrito,
del jardín de Taurus, el torito,
hasta la puerta de Orión.
Y una luna murguera
vendrá a saludar
las dos nuevas estrellas
del cielo boreal.

R.L. Agosto/2009

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