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El repetido zureo de los palomas a su alrededor le estaba volviendo loco..., y el cruce de piernas de Anette, también. En ese refugio formado por el borde de su falda y la unión de sus muslos emplazaría el campamento base para la acometida a la cima del monte de Venus de Anette…, es decir, la cima del Aneto.
Trató de concentrarse en explicar su plan de escalada de fin de semana para Anette y su marido Pedro, sentados frente a él en una ruidosa terraza de la plaza . Mientras exhibía sus conocimientos del tema se preguntaba como ese tipo podía perder el tiempo subiendo montañas cuando podría escalar a Anette la noche del viernes y bajar el lunes de mañana, y solo por eso de tener que trabajar.
Lo volvió a la realidad una objeción de Pedro sobre la peligrosidad del último tramo antes de la cumbre, donde solo se pasa de a uno. Para tranquilizarlo le dijo:
- No habrá problemas Pedro, yo te guiaré con una cuerda, para evitar que no te caigas.
- Querrás decir "evitar que me caiga".
Demoró en coincidir con un: - Hombre, …claro.- que sonó tan falso y disonante que las palomas silenciaron y lo miraron perplejas.    

FIN
    Julio/2009

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