Blogger Template by Blogcrowds.

Cuando nos deja alguien como ella, todos pensamos en su obra, nos entra un afán de evocar sus canciones. Algunos queremos ahuyentar una pequeña culpa por haber dejado pasar un tiempo sin recordarla; yo quiero reflexionar sobre su relación con su tiempo y el mío, y qué me aportó en esto tan difícil de comprender la vida.

Con ella supimos que hubo una vez una vaca que un día decidió ir a la escuela, allá en la lejana quebrada de Humahuaca. Para los que no lo saben, es un destino turístico del norte argentino, un valle habitado desde hace diez mil años. Hoy día, los viajeros piden que se les muestre la escuela donde estudió tan famoso personaje, el visitante puede sentarse en el primer banco, y por unos pocos pesos adicionales, los chicos de la escuela juegan a tirarle tiza y a morirse de risa, como en el cuento. Pero solo un poquito, porque

Bueno, como verán, en vez de gastar papel y provocar la muerte de árboles inocentes, tengo apuntes  en el iPhone.
Temas del momento, tecnología y medio ambiente, relacionados entre si.
Con estas cosas los medios nos bombardean, todo vale con tal de no hablar de la crisis, que es real.
Nos quieren distraer, buscan destacar temas que ocupen el debate público.
Sino ¿porque aparece a veces el debate de los toros?...
Arte o maltrato, cultura o barbarie, mientras tanto el problema económico está ahí.
Siempre vimos escrito en los muros frases como "defendamos a los toros", firmado... "Movimiento humanista", o  "salvemos a los toros", "los toros también sufren", firmado... "Movimiento de protección a los animales".
La crisis es tan grave que  el otro día leí en una pared "Salvemos a los españoles, son seres vivientes", firmado, "Los toros". Con las cosas que les hacemos y se

Estaba leyendo por primera vez una tira de Mafalda, cuando mi primo Oscar vino a preguntarme si quería acompañarlo a buscar a uno de sus amigos, para después acercarnos al río y nadar en la piscina natural que se formaba bajo el puente.
La verdad es que esa tarde prefería lectura bajo la sombra, disfrutando la calma de la sierra, en la segunda semana que pasábamos en casa de mis tíos.
Todos los años esperaba pasar el verano con mi primo. Teníamos la misma edad; de chicos jugábamos durante horas sin peleas ni discusiones y de adolescentes pasábamos el tiempo hablando de chicas. Siempre nos quejábamos de que nuestros padres, dos hermanos muy unidos, hubiesen encontrado su lugar en el mundo separados por tantos kilómetros.
Pero este verano, algo se había interpuesto entre nosotros dos enrareciendo la amistad que nos unía; parecían haber cambiado nuestros códigos. Oscar se había desarrollado y tenía la corpulencia de un chico de dieciocho años, en un año me había sacado una cabeza de altura. Yo odiaba que mi cuerpo ni se enterase de que ya había cumplido dieciséis. ¿Qué pretendía la jodida naturaleza, dejarme varado en los catorce como un Peter Pan que encima no volaba? Me sentía traicionado por mis hormonas y

Jorge movía rápidamente los controles del mando, que conectado a su ordenador guiaba a su personaje por los escenarios del entretenido juego; llevaba nueve horas sin parar; cuando tenía que comer o ir al baño, aprovechaba los tiempos perdidos para recargar su arsenal.
Sus padres se habían tomado unas vacaciones dejándolo solo durante dos semanas, creyendo que estudiaría para los exámenes finales que estaban a la vuelta de la esquina.
Ignoraban que las notas que le permitirían aprobar el año, ya estaban en las instrucciones del virus que él y un compañero, habían introducido en el sistema informático de la facultad.
Ahora jugaba con un ordenador conectado a otro más potente, que registraba los patrones del juego y las respuestas. Sobre la base de éstas, un programa de su autoría resolvía los lances con velocidad y eficacia, superior a la que podría alcanzar cualquier participante. En la mayoría de los casos, conseguía introducir un virus en el ordenador del contrincante para rebajarle la efectividad, de manera que no pudiesen ganarle.
Se competía por dinero y Jorge estaba ganando mucho: sus cuentas de PayCash, un banco de Internet, crecían

Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio