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Le mando esta muestra humilde
de mi verso primitivo,
no pretendo un canto altivo,
solo gritar mi grito,
mi arte vuela bajito,
como loro en colectivo.

Es afición verdadera,
sabrá usted, no soy artista,
desde un teclado le mando
mi verso malabarista,
una mirada sincera
de informático analista.

No me confunda, le ruego,
con un psicoanalista urbano,
que habla de Edipo el griego,
un personaje freudiano,
y el cariño por su madre,
en el diván le interpreta
como un amor despreciable
degenerado y sotreta.

Puede el gaucho desahogarse,
cuando el deseo lo aqueja,
en el amor de una oveja,
en el temblor de su mano,
pero amigo, no es cristiano
querer voltearse a su vieja.

Si es que la sangre ya hierve
puede, hasta el ser más rudo,
perderse en el lado oscuro:
buscarse un gaucho limpito,
que en discreto rinconcito
lo sacará del apuro.

Tiene la cosa su riesgo
asegún dice la ciencia,
lo escuche matando el tiempo
no piense que es mi experiencia.
Si lo prueba, se lo advierto
hay daño colateral,
será duro sentarse
y dolerá al cabalgar.

Las burlas de la peonada
es preferible evitar,
lo mejor, echarse al campo
pa' lo que pueda pescar,
la pampa siempre está plena
de audaces formas de amar.

A naides le haga desprecio,
es malo ser petulante.
Ave, roedor o rumiante,
como ejemplos le destaco:
chajá, vizcacha, un guanaco
suelen ser buenos amantes.

No quiero darme de sabio
digo solo lo que entiendo.
El ñandú no recomiendo
mi consejo no le oculto,
tiene fama de agresivo
y puede patearle el bulto.

Zoofilia es vicio anticuado,
le recomiendo la tele.
Yo me puse ADSL en
mi rancho informatizado,
me veo milongas porno,
con mi aire acondicionado.

Por el cable 3D, iPhone,
llega el amor a mi catre
y la orgía a mi madrugada;
me compré por internet,
esas muñecas hinchables
que no se niegan a nada.

No hay parientes, no hay cuñado
ni suegra que sea una lata,
jamás me han pedido plata
o ropa cara pa' ponerse,
no exigen que las converse
ni que me lave las patas

No saben hacer un locro
ni freír una empanada,
como bajo en calorías
vivo a base de ensalada,
pero cuando llego al rancho
después de dura jornada,
hay que ver como al dentrar
me abraza la mujerada.

Pero pa' serle sincero,
confieso que no he comido
locro, empanada o guiso
ni nada, juro compadre,
que pudiera compararse
a la comidita e' mi madre

Y así termina esta carta
con rima pero sin arte.
Se despide respetuoso
y complacido en saludarle,
este gaucho de la red
que lo aprecia de verdad,
que quiso acercarle sus versos
al calor de la amistad.

FIN
R.L.  /  Marzo 2011

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