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Me acuerdo. Fue en Balvanera
en una noche lejana,
que alguien vio un agujero
en mi bufanda de lana.
Alguno dijo también
después de acercar la silla,
- esto no es agujero e' bala
es mordisco de polilla-.
Quién sabe por qué razón
me anda buscando ese insecto,
se atreve a comer mi ropa
y a ofenderme el intelecto.
Nadie con hambre tan firme
habrá volado en la tierra,
nadie llegó de ese modo
a declararme la guerra.
Audaz la veo, y cabal,
con su plato y su babero,
su buen vasito de vino,
devorándome el ropero.

Desde el boliche, furioso,
y rodeado de mi gente,
volví buscando desquite
contra ese bicho insolente.
Desde la puerta del cuarto
la llamé con voz muy clara,
antes cerré la ventana
para que no se escapara.
Grité: ¡A ver si tenés el coraje
de defender tu vida!
¡Si no salís del armario
te lleno de insecticida!
Tras el cristal, el patio,
las torres de Balvanera;
y la muerte rondando
en una noche cualquiera.
Por la puerta entreabierta
con un gesto desafiante,
mi temible enemigo
surgió con vuelo elegante.
Nadie vio sus rasgos. Vieron,
bajo la luz amarilla,
choque de sombras o insectos,
coraje de hombre y polilla.
El primero que ataca
toma ventaja en el duelo,
con una certera estocada
la alcancé y trunqué su vuelo.
Cayó, como cae un ave,
desgraciada criaturita,
por suerte no se golpeó
porque la almohada es blandita
Sólo Dios puede saber
la laya fiel del bichito,
señores, yo estoy cantando
lo que ocurrió en un ratito.

Acaso en aquel momento
en que la vi, allí vencida,
pensé que a un varón no cuadra
convertirse en homicida.
Me acordé de aquella historia
que escuché de chiquitito,
donde una polilla tenía
casa, marido e hijito.
Estaba herida la pobre,
tenía un golpe en la alita,
le puse iodo, una crema,
y le apliqué una tirita.
Entre todos los presentes
le armamos una cunita,
le regalé la bufanda
para que duerma abrigadita.
Ahora tengo una amiga,
no importa que la gente hable,
compartimos soledades
y vemos tele por cable.
Cuando vuelvo del trabajo
después de dura jornada,
me espera con su sonrisa
y la comida preparada.
Hay que ver con que cariño
me persigue por la casa,
a veces hasta me ayuda
a ponerme la alpargata.
Cuando vienen los amigos
y se arma la guitarreada,
nos hace mate cocido
con galleta y mermelada.
De tanto escuchar artista
y disfrutar de la farra,
ahora escribe poesía
y hasta toca la guitarra.
Dice que tiene un novio,
me lo presenta mañana,
ya le explicó, son sagradas
todas mis prendas de lana.
Es parte de la familia,
yo la llamo María Elena,
por poner, le puse el nombre
de una polilla buena.

FIN

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