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Odiaba al gato de mi hermana, y él a mí.
Cuando lo sorprendí devorando a mi mascota intentó huir, pero le eché mi abrigo encima, lo golpeé contra la pared, y lo arrojé al pozo de la casa abandonada.
Por las noches creía oír sus maullidos; vencido por la culpa, anoche me escapé de mi cuarto y me asomé al borde del pozo con una linterna.
El haz de luz iluminó el fondo, subió las paredes hasta que desde unos metros más abajo volvió su reflejo en dos pupilas fosforescentes que saltaron hacia mí.
Suspendidas en el aire por unos segundos, una boca de blancos dientes me escupió y unas uñas desnudas casi rozaron mi cara.
Entre chillidos y zarpazos el infeliz animal fue a quebrarse contra las piedras del fondo, alumbrado en su caída por ráfagas de luz de la linterna que solté espantado.
R.L. / Junio 2009
Etiquetas: Relatos
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R.L. Agosto/2009
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- Papi, en la escuela vimos una película sobre Hiroshima, parecía esa de los niños que se les caía la piel y corrían desnudos hacia los soldados.
- Hiroshima está en Japón y los niños quemados eran de la guerra de Vietnam que es otro país de Asia.
- ¿Y los de ayer del telediario?.
- Eso fue un bombardeo en Irak, que es un país árabe.
- ¿Los aviones de la base de Zaragoza tambien tiran esas bombas?.
- No, llevan otro tipo de bombas y son españoles, no matan niños.
- ¿Y para que llevan bombas?.
- Porque algún día pueden ser necesarias para defender el país.
- Pero antes de tirarlas mirarían abajo para ver que no haya niños.
- Por supuesto, hijo.
- O avisarían a la gente para que se esconda y no se quemen.
- Si hijo, eso harían.
Antes de comenzar su redacción, el niño arrojó a la basura todas sus réplicas de aviones de combate, después escribió: “Los adultos mienten y piensan que los demás son tontos, fabrican aviones y bombas para matar gente y dicen que son para otra cosa. En la ciudad de Hiroshima…”
Esa noche cuando su padre fue a su habitación a arroparle y darle el consabido beso, fingió estar dormido.
R.L. Abril/2009
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Ese fin de semana en la montaña había fracasado otro intento de reconducir su vida en común; los lazos que los unían sucumbían ante el hastío y los reproches compartidos.
Uno de los dos diría, antes de llegar a casa, que debían separarse; el otro asentiría aliviado por no tener que proponerlo.
Uno de los dos recordaría, antes de ese punto y aparte, que treinta años atrás, en otra carretera y en un trayecto similar, pararon el coche en un desvío lateral y se persiguieron por un campo de trigo maduro. Impacientes por llegar a una cama, locos de deseo, hicieron el amor como desesperados sobre un improvisado colchón de espigas doradas.
R.L. Abril/2009
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A los habituales de la plaza les molestaban los foráneos como él, no les importaba lo que había sufrido viniendo de tan lejos, de una miseria tan cruel, y aquí había tanta abundancia…
No era una cuestión de su color, había visto como despreciaban a blancos y negros. Él mismo no era lo uno ni lo otro, era marrón con manchas blancas y patitas negras, un gato hambriento saltando sobre una paloma que se había puesto a su alcance.
La atrapó por el cuello y se la llevó a la seguridad de los techos, por fin tenía una porción de tanta riqueza.
Antes de degustar su primer bocado, maulló en recuerdo de los que no habían tenido tanta suerte como él.
R.L. Julio/2009
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Al final del día te veo en la calle,
tu mirada que protege a tu mujer, tus hijos.
Hoy has vencido,
recorres tranquilo,
el campo de batalla
que es, será, cada jornada.
Un color, un sonido diferente,
rompen la monotonía.
Como si de la lejanía
donde quedó tu gente,
llegase un pedido
vehemente,
de un pasado que no quiere,
todavía, ser olvido.
Cómo decirte que yo,
que a tu lado,
indiferente, paso,
entiendo de desamparo;
tambien fue mío ese sino
de desgarro,
como tú dejé pedazos
de corazón, por el camino.
Talvez un día me hables,
semejante,
de tu mundo, el de antes,
tu infancia, tu casa, sus calles.
Me será familiar tu historia,
despertará, asombrada,
de algún rincón de la memoria
la seña común que nos iguala.
Veremos la nada que nos separa,
superadas distancias,
líneas arbitrarias
mintiendo en el mapa.
Y será la palabra, amalgama
de un nuevo color,
en el crisol,
de la tierra adoptada.
Donde hoy juegan nuestros hijos
conjugando en mil dialectos,
presente y futuro perfectos,
los tiempos del verbo "amigo".
Ignorando a quien, en lo distinto,
teme ver, por defecto,
al fantasma del espejo
que solo habita en sí mismo.
R.L. Agosto/2009
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surcando el mar,
unirán la cruz del sur
con la estrella polar.
Paralelos, meridianos,
les dibujan un sendero
para viajar por el cielo
sin soltarse de la mano.
Cada mochila lleva:
inocencia, ilusión, algún juguete,
rayitos de luz celeste,
que alegren la vida nueva.
En el norte les espera
una infancia de estreno,
en ese hogar pleno
de un amor que desvela.
los paseará en el Carrito,
del jardín de Taurus, el torito,
hasta la puerta de Orión.
Y una luna murguera
vendrá a saludar
las dos nuevas estrellas
del cielo boreal.
R.L. Agosto/2009
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de muchas historias de guapo y cuchillo.
En torno a esta mesa, en rueda de amigos,
les contaré una que llevo conmigo.
Ocurrió una noche en un porteño barrio;
farol y empedrado fueron escenario.
por un desacuerdo, nace la pelea.
solo dos actores comparten la escena,
sin cruzar palabra, en duelo de fieras,
trabarán su lucha con una fe ciega.
Un único absurdo y dos sinrazones,
Tal vez lo soñé, pero era corriente...,
por una pollera mataba la gente.
Iban hacia el baile cuando se encontraron,
y estalló la ira cuando se miraron.
Un espanto frío les heló la espalda,
estaban vestidos… ¡Con la misma falda!
En tiempo de cambio, de nuevos valores,
malevos modernos no usan pantalones.
Se pintan los labios, ya no van de traje,
pero por adentro, el mismo coraje.
El Taura Manuela, temido en Barracas,
Brigitte El Francés, reina de Pompeya,
para ellos la muerte es un mero accidente,
tributo al honor del hombre valiente.
que en vez de cuchillos, empuñen tijeras
El acero rasga de la tela el alma,
dejando una corta y audaz minifalda.
Dos tajos responden dejando su impronta,
la blusa del otro queda manga corta.
Alfiler de gancho, el puntazo justo,
entallan de atrás resaltando el busto.
Hilo y agujas en recia actitud
profanan la tela con un canesú.
Los guapos se estudian, ya no son los mismos,
músculos desnudos, - ¡Te queda divino!
Lo que prometía violencia y crueldad,
transformó la lucha en viril amistad.
Guardan las tijeras, ya no hay más reproche...
se dan un besito en mitad de la noche.
Los dos compadritos, rajando tamangos,
se van entre risas y algunos grititos
rumbo a la promesa de un patio de tango.
Un bandoneón que gime su triste lamento,
nos llora su pena… o su aburrimiento
Buenos Aires guarda historias de pasiones y locura,
de rencores y amistad, de malevos y costura.
Me pierdo en su laberinto, buscando la madrugada,
difícil será encontrarla, está oscuro y no veo nada.
R.L. Abril/2009
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me conmueven.
Heredé el privilegio
de sentir
y compartir.
Al ver ese brillo
junto a mí,
por un instante,
ahora eterno,
conseguí retenerlo...
Si, aún fugaz,
conservo su destello,
fui capaz de alumbrar
y proyectarme,
me celebro habitante,
de un lugar donde es posible la felicidad.
R.L/R.M.. 2009
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Alzo la vista y les veo acercarse
por la playa. El hombre joven
lleva al bebé en una mochila.
Esto le permite tener las manos libres,
así que puede coger la de su mujer
con una, y balancear la otra. Cualquiera podría ver
lo felices que son. Y la intimidad. Cuánta armonía.
Son más felices que nadie, y lo saben.
Se sienten agradecidos por ello, son humildes.
Caminan hasta el final de la playa
y desaparecen de mi vista. Eso es, me digo,
y vuelvo a esto que gobierna
mi vida. Pero a los pocos minutos
vuelven caminando por la playa.
Lo único distinto
es que se han cambiado de lado.
Ahora el vá al otro lado de ella,
del lado del océano. Ella, de este lado.
Pero todavía van de la mano. Incluso parecen
más enamorados, si es posible. Y lo es.
Yo mismo paseé por ahí muchas veces.
El suyo ha sido un paseo modesto, quince minutos
playa abajo, quince minutos de vuelta.
Han tenido que sortear a su paso
alguna roca y rodear enormes troncos,
moverse con rapidez cuando el mar se acercaba agitado.
Caminan tranquilamente, despacio, cogidos de la mano.
Saben que el agua es imprevisible,
pero son tan felices que la ignoran.
El amor en sus jóvenes rostros. El marco que los encuadra.
Puede que dure siempre. Si son afortunados,
buenos, y lúcidos. Y prudentes. Si siguen
amándose el uno al otro sin límite alguno.
Si son sinceros el uno con el otro - es lo más importante de todo.
Lo serán, desde luego, lo serán, ellos saben que sí.
Vuelvo a mi trabajo. Mi trabajo vuelve a mí.
Una brisa se levanta del agua.
My work
I look up and see them starting
down the beach. The young man
is wearing a packboard to carry the baby.
This leaves his hands free
so that he can take one of his wife's hands
in his, and swing his other. Anyone can see
how happy they are. And intimate. How steady.
They are happier than anyone else, and they
know it.
Are gladdened by it, and humbled.
They walk to the end of the beach
and out of sight. That's it, I think,
and return to this thing governing
my life. But in a few minutes
they come walking back along the beach.
The only thing different
is that they have changed sides.
He is on the other side of her now,
the ocean side. She is on this side.
But they are still holding hands. Even more
in love, if that's possible. And it is.
Having been there for a long time myself.
Theirs has been a modest walk, fifteen minutes
down the beach, fifteen minutes back.
They've had to pick their way
over some rocks and around huge logs,
tossed up from when the sea ran wild.
They walk quietly, slowly, holding hands.
They know the water is out there
But they`re so happy that they ignore it.
The love in their young faces. The surround of it.
Maybe it will last forever. If they are lucky,
and good, and forebearing. And careful. If they
go on loving each other without stint.
Are true to each other - that most of all.
As they will be, of course, as they will be,
as they know they will be.
I go back to my work. My work goes back to me.
A wind picks up out over the water.
Raymond Carver (1938-1988) es autor del libro de relatos Catedral (Anagrama) De los poemarios Bajo una luz marina y Un nuevo sendero a la cascada (Visor).
De Todos Nosotros (Bartebly Editores)
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