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(2º premio Concurso de Relatos El País / Babelia - 2009)
http://www.elpais.com/concursos/relatos/

   Odiaba al gato de mi hermana, y él a mí.
   Cuando lo sorprendí devorando a mi mascota intentó huir, pero le eché mi abrigo encima, lo golpeé contra la pared, y lo arrojé al pozo de la casa abandonada.
   Por las noches creía oír sus maullidos; vencido por la culpa, anoche me escapé de mi cuarto y me asomé al borde del pozo con una linterna.
   El haz de luz iluminó el fondo, subió las paredes hasta que desde unos metros más abajo volvió su reflejo en dos pupilas fosforescentes que saltaron hacia mí.
   Suspendidas en el aire por unos segundos, una boca de blancos dientes me escupió y unas uñas desnudas casi rozaron mi cara.
   Entre chillidos y zarpazos el infeliz animal fue a quebrarse contra las piedras del fondo, alumbrado en su caída por ráfagas de luz de la linterna que solté espantado.

R.L. / Junio 2009

          - Te dejo - dijo.
Él la miró, no terminaba de entender lo que había escuchado; solo podía pensar en lo hermosa que era y en cuanto la amaba. Un pánico oscuro comenzó a dominarlo, parecido al que a veces sentía cuando hacía su trabajo de buzo profesional, a sesenta metros bajo la superficie y rodeado de oscuridad.
Ella no esperó su reacción, levantó su bolso y se dirigió hacia la puerta de la casa dispuesta a marcharse.
Intentó detenerla, gritó su nombre, ella corrió hacia la escalera y tropezó; cayó rodando y antes del último peldaño ya había muerto. Él perdió la noción del tiempo; se quedó sentado en el suelo, mirándola, como esperando que fuese de verdad una diosa que podía resucitar en cualquier momento.
La incredulidad y la desesperación dieron paso por fin al pensamiento racional, el mismo con el que vencía al terror que lo asaltaba en las profundidades en los momentos difíciles.
Su instinto de supervivencia le decía que nadie creería que fuese inocente, solo podía desprenderse del cuerpo y olvidarlo todo.
Optó por la forma más segura; la dejó atada a unos hierros en el fondo del puerto viejo donde nunca la encontrarían, los peces y cangrejos borrarían todo rastro con el tiempo.
Fue su última inmersión; dejó el trabajo, la idea de volver a sumergirse en aquel mar que descomponía su cuerpo lo aterraba. Yacía borracho sobre el sofá o la cama, entre botellas vacías y restos de comida. En sueños volvía al fondo del puerto a buscarla, pero no la encontraba.
Al tiempo tocaron el timbre; se levantó como pudo; abrió y era ella, deslumbrante.
- Quiero volver…- dijo.
- Pasa - .
La policía, avisada por unos vecinos alarmados por el mal olor, encontró el cadáver de él en la bañera.
El forense certificó: "…muerte por asfixia con pulmones colapsados por vodka y agua". Omitió mencionar que era agua de mar, contaminada por residuos orgánicos e hidrocarburos, como la encontrada habitualmente en el puerto.  Prefería cerrar sin complicaciones su último caso antes de jubilarse.
FIN
R.L. Agosto/2009

Me sentía deprimido. Desde mi mesa de bar vi a un tipo igual a George Clooney que abría la puerta de su BMW a la mujer más hermosa. Lo odié. Cuando fue a subir por el lado de la calle, un camión se lo llevó por delante aplastándolo.
El motor arrancó, puse primera y le pregunté:
- ¿En tu casa o en la mía?
- En la mía, compré una espuma nueva para el jacuzzi, la quería estrenar con un hombre de verdad.
Con un rugido el BMW partió, llevándose a los dos por la avenida.
- Camarero, póngame otra - pedí.

R.L. Agosto/2009

Luis Felipe Alegre relata en la Campana de los Perdidos, sala de Zaragoza, La Solución Final.

Tras treinta años de casados, ella había guardado pruebas de todos mis negocios sucios y me mandaría a la cárcel si yo no hacía lo que me pedía.
Solo me quedaba un camino, la solución final. Compré todo lo necesario desde el anonimato de Internet, con entrega en una calle oscura y pago en metálico.
Lo haría esa noche, antes de tirar la caja vacía leí una vez más el texto que venía en la tapa:
"…lo mejor de tomar ViaPlus es que  miembro sigue mantenerse levantado incluso si interrumpa (ninos golpean puerta de dormitorio, ladra perro o desliza su condon). Ella ya no será amarga, ya no tendrá que denegar su peticion. Solo consejo: no tiene decir a ella que tu tomando ViaPlus: autoapreciacion femenina es tan vulnerable como nuestra propia. Encarga comodo confidencial en loveblue@beijing.com"

El repetido zureo de los palomas a su alrededor le estaba volviendo loco..., y el cruce de piernas de Anette, también. En ese refugio formado por el borde de su falda y la unión de sus muslos emplazaría el campamento base para la acometida a la cima del monte de Venus de Anette…, es decir, la cima del Aneto.
Trató de concentrarse en explicar su plan de escalada de fin de semana para Anette y su marido Pedro, sentados frente a él en una ruidosa terraza de la plaza . Mientras exhibía sus conocimientos del tema se preguntaba como ese tipo podía perder el tiempo subiendo montañas cuando podría escalar a Anette la noche del viernes y bajar el lunes de mañana, y solo por eso de tener que trabajar.
Lo volvió a la realidad una objeción de Pedro sobre la peligrosidad del último tramo antes de la cumbre, donde solo se pasa de a uno. Para tranquilizarlo le dijo:
- No habrá problemas Pedro, yo te guiaré con una cuerda, para evitar que no te caigas.
- Querrás decir "evitar que me caiga".
Demoró en coincidir con un: - Hombre, …claro.- que sonó tan falso y disonante que las palomas silenciaron y lo miraron perplejas.    

FIN
    Julio/2009

   - Cada año, Zaragoza se hermana con las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, para recordar la maldad de las guerras. Ahora conoceremos algo de estas dos ciudades del Japón para que puedan escribir una redacción - dijo la señorita y proyectó un reportaje del History Channel sobre el bombardeo nuclear.
   - Papi, en la escuela vimos una película sobre Hiroshima, parecía esa de los niños que se les caía la piel y corrían desnudos hacia los soldados.
   - Hiroshima está en Japón y los niños quemados eran de la guerra de Vietnam que es otro país de Asia.
   - ¿Y los de ayer del telediario?.
   - Eso fue un bombardeo en Irak, que es un país árabe.
   - ¿Los aviones de la base de Zaragoza tambien tiran esas bombas?.
   - No, llevan otro tipo de bombas y son españoles, no matan niños.
   - ¿Y para que llevan bombas?.
   - Porque algún día pueden ser necesarias para defender el país.
   - Pero antes de tirarlas mirarían abajo para ver que no haya niños.
   - Por supuesto, hijo.
   - O avisarían a la gente para que se esconda y no se quemen.
   - Si hijo, eso harían.
   Antes de comenzar su redacción, el niño arrojó a la basura todas sus réplicas de aviones de combate, después escribió: “Los adultos mienten y piensan que los demás son tontos, fabrican aviones y bombas para matar gente y dicen que son para otra cosa. En la ciudad de Hiroshima…”
   Esa noche cuando su padre fue a su habitación a arroparle y darle el consabido beso, fingió estar dormido.

R.L. Abril/2009

    Ella miraba un paisaje anodino por la ventanilla y el conducía; si no fuese por la música, sus pensamientos se oirían por sobre el ruido del motor.
    Ese fin de semana en la montaña había fracasado otro intento de reconducir su vida en común; los lazos que los unían sucumbían ante el hastío y los reproches compartidos.
    Uno de los dos diría, antes de llegar a casa, que debían separarse; el otro asentiría aliviado por no tener que proponerlo.
    Uno de los dos recordaría, antes de ese punto y aparte, que treinta años atrás, en otra carretera y en un trayecto similar, pararon el coche en un desvío lateral y se persiguieron por un campo de trigo maduro. Impacientes por llegar a una cama, locos de deseo, hicieron el amor como desesperados sobre un improvisado colchón de espigas doradas.

R.L. Abril/2009

- El cierzo arrastrará la ciudad río abajo hacia el mar - dijo el poeta callejero en el televisor.
Javier subió el volumen para no oír la discusión de sus padres en la cocina; aún así, pudo escuchar el violento portazo que dio el hombre al salir.
- Hoy soplará muy fuerte el viento en Zaragoza - concluyó la periodista; detrás de ella, la fuerza del aire agitaba los árboles.
- Baja el volumen hijo, que parece que estuviéramos todos sordos – le regañó su madre.
El niño apagó el televisor antes de que ella pudiera enterarse de lo mal que pintaba el tiempo y no lo dejase salir a la calle.
- Mami, ¿Papá volverá?
- Si encuentra el camino de vuelta, sí.
Javier adivinó que su madre intentaba contener el llanto. Salió a encontrar a su amigo el duende en el lugar de siempre, en la plaza frente a su casa.
Los chuchos atados al carrito del supermercado, festejaron perrunamente su llegada y la comida que les llevaba como cada día.
Llorando, contó todo y explicó su temor: si el viento se llevaba calles y casas, su padre no podría volver.
– No temas Javi, mis perros son tus amigos y tienen poderes mágicos. Esta noche debajo del puente, tirarán con sus cuerdas de los pilares y la ciudad no se moverá – dijo el duende.
Esa noche Javier no se durmió hasta oír las llaves de su padre en la puerta de entrada, cuando el murmullo de besos y disculpas, acalló a un cierzo vencido por la magia.

R.L. Julio/2009

(1º Premio Concurso "Relatos con Z" ZTV-Zaragoza Televisión-2009)
   El repetido zureo de los palomas a su alrededor le estaba volviendo loco…, además se sentía débil, no comía desde que había llegado.
   A los habituales de la plaza les molestaban los foráneos como él, no les importaba lo que había sufrido viniendo de tan lejos, de una miseria tan cruel, y aquí había tanta abundancia…
   No era una cuestión de su color, había visto como despreciaban a blancos y negros. Él mismo no era lo uno ni lo otro, era marrón con manchas blancas y patitas negras, un gato hambriento saltando sobre una paloma que se había puesto a su alcance.
   La atrapó por el cuello y se la llevó a la seguridad de los techos, por fin tenía una porción de tanta riqueza.
   Antes de degustar su primer bocado, maulló en recuerdo de los que no habían tenido tanta suerte como él.

R.L. Julio/2009

Al final del día te veo en la calle,
tu mirada que protege a tu mujer, tus hijos.
Hoy has vencido,
recorres tranquilo,
el campo de batalla
que es, será, cada jornada.

Un color, un sonido diferente,
rompen la monotonía.
Como si de la lejanía
donde quedó tu gente,
llegase un pedido
vehemente,
de un pasado que no quiere,
todavía, ser olvido.

Cómo decirte que yo,
que a tu lado,
indiferente, paso,
entiendo de desamparo;
tambien fue mío ese sino
de desgarro,
como tú dejé pedazos
de corazón, por el camino.

Talvez un día me hables,
semejante,
de tu mundo, el de antes,
tu infancia, tu casa, sus calles.
Me será familiar tu historia,
despertará, asombrada,
de algún rincón de la memoria
la seña común que nos iguala.

Veremos la nada que nos separa,
superadas distancias,
líneas arbitrarias
mintiendo en el mapa.
Y será la palabra, amalgama
de un nuevo color,
en el crisol,
de la tierra adoptada.

Donde hoy juegan nuestros hijos
conjugando en mil dialectos,
presente y futuro perfectos,
los tiempos del verbo "amigo".
Ignorando a quien, en lo distinto,
teme ver, por defecto,
al fantasma del espejo
que solo habita en sí mismo.

R.L. Agosto/2009

Dos luceros hermanos
surcando el mar,
unirán la cruz del sur
con la estrella polar.
Paralelos, meridianos,
les dibujan un sendero
para viajar por el cielo
sin soltarse de la mano.
 

Cada mochila lleva:
inocencia, ilusión, algún juguete,
rayitos de luz celeste,
que alegren la vida nueva.
En el norte les espera
una infancia de estreno,
en ese hogar pleno
de un amor que desvela.
 
Amiga, la Osa Menor,
los paseará en el Carrito,
del jardín de Taurus, el torito,
hasta la puerta de Orión.
Y una luna murguera
vendrá a saludar
las dos nuevas estrellas
del cielo boreal.

R.L. Agosto/2009

Mis ojos de ciego, ya fueron testigos,
de muchas historias de guapo y cuchillo.
En torno a esta mesa, en rueda de amigos,
les contaré una que llevo conmigo.

Ocurrió una noche en un porteño barrio;
farol y empedrado fueron escenario.
Tenue luz que alumbra una esquina cualquiera,
por un desacuerdo, nace la pelea.

Un ritual antiguo, una muerte nueva,
solo dos actores comparten la escena,
sin cruzar palabra, en duelo de fieras,
trabarán su lucha con una fe ciega.

Un único absurdo y dos sinrazones,
cosas de arrabal, cosas de varones,
Tal vez lo soñé, pero era corriente...,
por una pollera mataba la gente.

Iban hacia el baile cuando se encontraron,

y estalló la ira cuando se miraron.
Un espanto frío les heló la espalda,
estaban vestidos… ¡Con la misma falda!

En tiempo de cambio, de nuevos valores,
malevos modernos no usan pantalones.
Se pintan los labios, ya no van de traje,
pero por adentro, el mismo coraje.

El Taura Manuela, temido en Barracas,

Brigitte El Francés, reina de Pompeya,
para ellos la muerte es un mero accidente,
tributo al honor del hombre valiente.
 
Ya han desenvainado, es detalle apenas
que en vez de cuchillos, empuñen tijeras
El acero rasga de la tela el alma,
dejando una corta y audaz minifalda.

Dos tajos responden dejando su impronta,

la blusa del otro queda manga corta.
Alfiler de gancho, el puntazo justo,
entallan de atrás resaltando el busto.

Hilo y agujas en recia actitud

profanan la tela con un canesú.
Los guapos se estudian, ya no son los mismos,
músculos desnudos, - ¡Te queda divino!

Lo que prometía violencia y crueldad,

transformó la lucha en viril amistad.
Guardan las tijeras, ya no hay más reproche...
se dan un besito en mitad de la noche.

Los dos compadritos, rajando tamangos,

se van entre risas y algunos grititos
rumbo a la promesa de un patio de tango.
Un bandoneón que gime su triste lamento,
nos llora su pena… o su aburrimiento

Buenos Aires guarda historias de pasiones y locura,

de rencores y amistad, de malevos y costura.
Me pierdo en su laberinto, buscando la madrugada,
difícil será encontrarla, está oscuro y no veo nada.

R.L. Abril/2009

En mi Buenos Aires,
con ojos de ciego,
recorro un sendero
de calles perdidas;
voy tras los enigmas
que nadie descifra,
cuando el alma ve
mas la razón no atina.

Rescoldos de historia
doblando la esquina,
me esperan ocultos
bajo las baldosas;
en cuanto las piso
su risa me moja,
tropiezo y me caigo
porque estaban flojas.
Se ríen al verme
abrazar la ciudad,
besando su piel
de cal y cemento,
un duende burlón
salido de un cuento,
un coro de niños
y un gorrión contento.
Con ojos sin luz,
sorda indignación,
entre hojas caídas,
maderas y hierro;
estampo mi huella
y una maldición,
con manos untadas
en heces de perro.

Me voy de este barrio,
mi bastón me guía;
por este laberinto
camino incansable,
y llego a Recoleta
cuando mengua el día.
Escucho unas voces,
pecados se expían;
héroes que escribieron
páginas de historia;
reviven enconos
en sorda porfía.

Oigo entre las tumbas,
ánimas en pena,
sufridos lamentos
tañendo a reproche.
Les grito que sufro
su misma condena,
de ser prisionero
de una eterna noche.
Más, no era la voz
de un alma afligida;
dispuesta a contarme
batallas perdidas…
Resultó ser un acto
del género bufo;
un diálogo absurdo,
un coloquio obtuso;
de este narrador
soñador iluso
con un tartamudo
y un turista ruso.

No hay héroe ni tumba
ni muerto que parle;
mi bastón es verso
fustigando el aire.
Con enérgico acento
y calor en la sangre
declamo un soneto
en mitad de la calle.
Maldigo al destino,
invoco al pasado,
interrumpo el tráfico
sin saber que lo hago.
Bruscos empujones
de algún ciudadano,
conducen mi paso
fuera del asfalto,
respondo a improperios
de un taxista airado,
corrigiéndole un verbo
muy mal conjugado.

Ridículo innoble,
tamaño dislate,
con trémulo gesto
señalo al culpable
de tanto esperpento,
de tal disparate.
Mi senil bastón
faro enloquecido,
brújula fallida,
que ha extraviado el norte
y confundió mi rumbo;
desde la salida.
Me llevó a otro sitio
con ruidos de puerto
y piar de gaviotas;
chirridos de grúa,
runrún de navío,
viento que maldice
con su aliento frío.
No era Recoleta,
mi bastón delira...
-Bastarda madera,
me encuentro perdido,-
pienso en comprar otro
cuando caigo al río.

Preso en la corriente
voy a la deriva…
Mientras me sumerjo
me invento un destino
de encontrar tesoros
de una era ida.
De conquistadores,
de bravos marinos,
viejos hacedores
de historia argentina.
Creo que olvidaron
llevarse consigo
un rastro de enseres
que no les servían:
pañales usados,
bolsitas de nylon,
latas de cerveza,
botellas vacías.

De un heleno Olimpo,
Zeus ve mi caída
y ordena a los dioses
preservar mi vida.
Exclama entre rayos,
y truenos en griego:
-¡Antes que sea tarde
salvemos al ciego!-
-¡Evitad que perezca,
lo prefiero eterno;
no quiero que muerto,
desde el mismo averno,
en coro de ninfas
y risas de arpía;
venga a dar la lata
con sus elegías!-

Manda a una sirena
que hiriendo distancias,
sobre una ambulancia,
con Hermes de guía,
del agua tan fría
a un viejo rescata.
Ya de vuelta a casa,
la bruja Kodama
me recibe en bata;
y mesando sus canas,
me riñe cansina
con su perorata.

Sobre el sucio puerto,
yace abandonado
mi bastón que espera
ser el nuevo guía
de un anciano cojo,
de algún desdichado.
-¿Será tu destino  
torpe lazarillo,
guiar a tu dueño
siempre a un sitio errado?
-¿O como castigo
acabarás tus días,
convertido en leña
en dominguero asado?-

Hay tantos enigmas,
hay tantos misterios;
-Solo Buenos Aires
tiene la respuesta...-
me susurra el viento
detrás de la reja: 
Quiero conocerla,
es dura la apuesta,
antes que la muerte
con huesudos dedos,
una noche aciaga
golpee mi puerta.
-Escápate ahora,
la ocasión es ésta... -
me digo a mí mismo;
después de escuchar
que la china maula
ya ronca su siesta.

Compraré un bastón
con mp3,
radio y GPS,
que estaban de oferta;
en esta ciudad
que siempre despierta,
llena de promesas,
de extraños designios
y tiendas de chinos
con la puerta abierta.

R.L. Abril/2009

El amor y la belleza me rodean,
me conmueven.
Heredé el privilegio
de sentir
y compartir.
Al ver ese brillo
junto a mí,
por un instante,
ahora eterno,
conseguí retenerlo...
Si, aún fugaz,
conservo su destello,
y mitad luz, mitad espejo
fui capaz de alumbrar
y proyectarme,
me celebro habitante,
de un lugar donde es posible la felicidad.

R.L/R.M.. 2009


Alzo la vista y les veo acercarse
por la playa. El hombre joven
lleva al bebé en una mochila.
Esto le permite tener las manos libres,
así que puede coger la de su mujer
con una, y balancear la otra. Cualquiera podría ver
lo felices que son. Y la intimidad. Cuánta armonía.
Son más felices que nadie, y lo saben.
Se sienten agradecidos por ello, son humildes.
Caminan hasta el final de la playa
y desaparecen de mi vista. Eso es, me digo,
y vuelvo a esto que gobierna
mi vida. Pero a los pocos minutos

vuelven caminando por la playa.
Lo único distinto
es que se han cambiado de lado.
Ahora el vá al otro lado de ella,
del lado del océano. Ella, de este lado.
Pero todavía van de la mano. Incluso parecen
más enamorados, si es posible. Y lo es.

Yo mismo paseé por ahí muchas veces.
El suyo ha sido un paseo modesto, quince minutos
playa abajo, quince minutos de vuelta.
Han tenido que sortear a su paso
alguna roca y rodear enormes troncos,
moverse con rapidez cuando el mar se acercaba agitado.

Caminan tranquilamente, despacio, cogidos de la mano.
Saben que el agua es imprevisible,
pero son tan felices que la ignoran.
El amor en sus jóvenes rostros. El marco que los encuadra.
Puede que dure siempre. Si son afortunados,
buenos, y lúcidos. Y prudentes. Si siguen
amándose el uno al otro sin límite alguno.

Si son sinceros el uno con el otro - es lo más importante de todo.
Lo serán, desde luego, lo serán, ellos saben que sí.
Vuelvo a mi trabajo. Mi trabajo vuelve a mí.
Una brisa se levanta del agua.



My work

I look up and see them starting
down the beach. The young man
is wearing a packboard to carry the baby.
This leaves his hands free
so that he can take one of his wife's hands
in his, and swing his other. Anyone can see
how happy they are. And intimate. How steady.
They are happier than anyone else, and they
know it.
Are gladdened by it, and humbled.
They walk to the end of the beach
and out of sight. That's it, I think,
and return to this thing governing
my life. But in a few minutes

they come walking back along the beach.
The only thing different
is that they have changed sides.
He is on the other side of her now,
the ocean side. She is on this side.
But they are still holding hands. Even more
in love, if that's possible. And it is.
Having been there for a long time myself.
Theirs has been a modest walk, fifteen minutes
down the beach, fifteen minutes back.
They've had to pick their way
over some rocks and around huge logs,
tossed up from when the sea ran wild.

They walk quietly, slowly, holding hands.
They know the water is out there
But they`re so happy that they ignore it.
The love in their young faces. The surround of it.
Maybe it will last forever. If they are lucky,
and good, and forebearing. And careful. If they
go on loving each other without stint.
Are true to each other - that most of all.
As they will be, of course, as they will be,
as they know they will be.
I go back to my work. My work goes back to me.
A wind picks up out over the water.


Raymond Carver (1938-1988) es autor del libro de relatos Catedral (Anagrama) De los poemarios Bajo una luz marina y Un nuevo sendero a la cascada (Visor).
De Todos Nosotros (Bartebly Editores
)

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